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"La Maldita Máquina de Matar" Pinchevsky/ Medina

domingo, octubre 19, 2025

Los pueblos originarios y la hipocresía del 12 de octubre

 



El 12 de octubre es una fecha cargada de hipocresías y falsificaciones de la historia en estos arrabales del mundo. Hoy, en tiempos de semicolonia feroz, desaparecida la nación emancipada que alguna vez fue, el gobierno retrocede y vuelve al concepto de Día de la Raza. Pero los originarios también pusieron el cuerpo para aquella independencia.

Por Carlos del Frade

(APe).- El 12 de octubre es una fecha cargada de hipocresías y falsificaciones de la historia en estos arrabales del mundo. Los pueblos originarios, como bien cuenta Carlos Matínez Sarasola en su imprescindible libro “Nuestro paisanos los indios”, pusieron el cuerpo para la invención de la Argentina como país independiente. Hoy, en tiempos de semicolonia feroz, desaparecida la nación emancipada que alguna vez existió, devenida la Argentina en estrella escondida en la bandera de los Estados Unidos, viene bien repasar algunas de aquellas postales generalmente sepultadas por la historia oficial.

El 25 de junio de 1806 se produjeron las primeras invasiones inglesas. 1500 hombres toman la ciudad donde viven 30 mil personas.  Desde el desembarco, grupos de tehuelches vigilaban sus movimientos y los seguían a distancia, hasta que pudieron confirmar cuáles eran sus intenciones. El 17 de agosto de aquel año, luego  de rechazada  la primera avanzada imperial, el Cabildo de  Buenos Aires recibió la visita del indio pampa Felipe quien ofreció la colaboración de otros 16 caciques pampas y tehuelches para pelear contra los colorados.

Cuenta el historiador Cordero que "no obstante las expresiones de gratitud, abrazos y obsequios, los gobernantes desconfiaban.   Desconfiaban y despreciaban a los indios.  Los trataban, pero con recelo... Los cabildantes habrán pensado sobre  las posibles   consecuencias  de  ese  aporte  después de  la  derrota  de  los invasores, si ello se producía.   Qué hubiera sido de la ciudad, del gobierno, del  pueblo, con veinte mil indios  armados y cien  mil caballos?.   Hasta la paz  lograda entre pampas  y ranqueles   les resultaría sospechosa".    Y Martínez  Sarasola  destaca  el  hecho diciendo  que  "por  un    instante,  los   indígenas,  los  criollos  y   aún  los  negros    estuvieron juntos frente al agresor extranjero.

Por un instante    habían estado  del mismo  lado, dando vida  propia a  esa matriz    original del pueblo argentino en formación". A pesar del etnocidio que venían sufriendo, las naciones pampa y tehuelche aportaron sus vidas  para enfrentar al  invasor, un   hecho  que  se  repetiría  en   las  luchas  por  la  liberación    continental y que nunca fueron  tenidos en cuenta por quienes se apropiaron del poder.   

El 8 de junio de 1810, los representantes de las haciendas y las tiendas porteñas no  pueden creer  lo  que surge  la letra  del doctor  Mariano  Moreno:  "la  junta no  ha  podido  mirar  con indiferencia que los naturales hayan sido incorporados al cuerpo de  castas,  excluyéndolos de  los  batallones  españoles a  que  corresponden.

Por su  clase, y  por expresas  declaratorias de S.M., en lo  sucesivo no debe haber diferencia  entre el militar    español y el indio: ambos  son iguales y siempre debieron serlo,    porque desde los principios del descubrimiento de estas Américas    quisieron los reyes católicos que  sus habitantes gozasen de los mismos privilegios que los vasallos de Castilla".

Belgrano, por su parte, legisló sobre las comunidades guaraníes, declarándolos "libres e iguales a los que hemos tenido la gloria    de  nacer en  el  suelo de  América", al  mismo  tiempo que  los  habilitaba para todos los  empleos civiles, políticos, militares    y eclesiásticos.  El 10 de  enero de  1811, Juan  José Castelli dispone que  cada intendencia designe  representantes indígenas. Decía  la orden:  "no satisfechas  las miras  liberales de  esta    Junta  con haber  restituido a  los indios  los derechos  que un    abuso  intolerable  había  oscurecido,  ha  resuelto  darles  un influjo  activo en  el Congreso  para que,  concurriendo por  sí   mismos a la Constitución que  ha de regirlos palpen las ventajas  de su nueva situación y se  disipen los resabios de la depresión    en que han vivido". La suerte de los aborígenes argentinos sería  anticipada por el destino de estos tres hombres, Moreno, Belgrano y Castelli.  Sin embargo, algo sobreviviría hasta nuestros días, algo vinculado a la palabra dignidad.

El  primero de  setiembre de  1811 se  decretó la  abolición del    tributo  que debían  pagar los  indígenas.  Su texto ofrece la visión  revolucionaria  de  los  primeros  tiempos  de  la  vida    política del país.  "Nada se ha mirado con más horror desde los   primeros momentos de la instalación  del actual gobierno como el   estado miserable y abatido de la desgraciada raza de los indios. Estos nuestros   hermanos, que son  ciertamente   los  hijos    primogénitos  de  la  América,  eran los  que  más  exluidos  se    lloraban de todos los bienes y ventajas que tan libremente había   franqueado  a  su suelo  patrio  la  misma naturaleza  y  hechos    víctimas  desgraciadas  de  la  ambición,  no  sólo  han  estado    sepultados en la esclavitud más ignominiosa, sino que desde ella    misma  debían saciar  su  sudor  la codicia  y  el  lujo de  sus    opresores.  Tan humillante suerte no podía dejar de interesar la   sensibilidad de  un gobierno  empeñado en cimentar  la verdadera    felicidad   general  de   la  patria,   no  por   proclamaciones   insignificantes y  de puras palabras,  sino por la  ejecución de  los mismos principios  liberales a que ha debido  su formación y    deben producir su subsistencia y felicidad".  

Buenas intenciones y exterminio

A pesar  de  las  buenas  intenciones luego  ratificadas  en  la  Asamblea del año XIII con la abolición de la mita, la encomienda y el  yanaconazgo,  las  naciones  indias  argentinas  sufrirían    nuevas guerras  de exterminio y todavía  esperan la promulgación    de la  ley del aborigen que  se aprobó en 1985.   Es también una  forma de pensar cómo se perdió o se traicionaron los ideales de mayo.

Setiembre de 1816, a los  pies de  la cordillera de  los Andes.   San Martín sabe  que no encontrará aliados entre  los porteños o  los representantes  de la burguesía,  por ello busca  la alianza  con los indios del sur mendocino.

--Los he convocado  para hacerles saber que los  españoles van a    pasar del Chile con su ejército para matar a todos los indios, y    robarles  sus mujeres  e  hijos.  En  vista de  ello  y como  yo    también soy indio voy a acabar  con los godos que les han robado    a ustedes las tierras de sus antepasados, y para ello pasaré los Andes con mi ejército y  con esos cañones... Debo pasar los Andes    por el sud, pero necesito para  ello licencia de ustedes que son los dueños del país --les dijo San Martín.

El 27 de julio de 1819,  San Martín diría: "... y sino andaremos en pelota como nuestros paisanos  los indios: seamos libres y lo demás no importa nada".

Estando en el gobierno del Perú,  San Martín decretaría el 27 de  agosto  de 1821,  la  abolición del  tributo  por vasallaje  que debían  pagar los  indios a  los españoles,  la elminación  a la  mita, la encomienda y el yanaconazgo y los declararía "peruanos"  para intentar zanjar las diferencias desde el propio lenguaje.

La pesadilla artiguista

Andrés Guacurarí, nació en el  pueblo guaraní de San Borja, en el  mismo año  que San  Martín, en 1778,  en el  límite entre    Corrientes   y  Brasil,   y   se  convirtió   en  el   principal    lugarteniente de Artigas quien lo adoptó como hijo.   Fue el símbolo de la pesadilla artiguista para los sectores que ya habían  alejado a Moreno, Castelli y  Belgrano del centro    de las decisiones económicas, políticas y sociales.   Un indio con poder y mentalidad igualitaria.

Para Sarasola  marcó tres puntos fundamentales  a través de   su actuación, "la recuperación integral de la tradición guaraní; la supremacía indígena, las comunidades indígenas por un momento    son dueñas de  la situación política en  igualdad de condiciones    que la  élite criolla y  aún en  desmedro de ella,  ocupando por   cuatro años  (1815-1819) la escena,  en gran parte de  la región    Litoral; y la implantación de medidas revolucionarias".

"Había  puesto  las  estancias  y los  yerbatales  bajo  la    supervisión  de los  cabildos,  con mayoría  indígena entre  sus    integrantes,   los  que   eran  democráticamente   elegidos  por    asambleas;  asimismo  había  estimulado   la  agricultura  y  la    ganadería  y sentado  las bases  de dos  fábricas, de  pólvora y    chuzas de  hierro.  Cumplimentando el reglamento  promulgado por    Artigas en 1815, inicia además el reparto de tierras".

El  24 de  junio de  1819,  su enconado  rival, el  general portugués Chagas, logró capturarlo juntamente a otros 400 indios    guaraníes que murieron en las  mazmorras de Porto Alegre.  Dicen   que Andresito murió en la prisión de las islas das Cobras, en el    océano Atlántico, un día de 1822. Gustaba  encabezar  sus  cartas,   "por  la  patria  y  mis desvelos".   

Fuentes: “Nuestros paisanos los indios”, Carlos Martínez Sarasola y “De deudas y saqueos”, del autor de esta nota.

 

Publicado por Roque Paz en 3:45 p. m. No hay comentarios.:
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Leones y gritos

 

Los nuevos espacios liberalfascistas encarnan la síntesis totalizante del neoliberalismo del siglo XXI. Un aura de desencanto recorre este tiempo habitado por leones que ya no rugen, solo gritan.

Por Conrado Yasenza*

(para La Tecl@ Eñe)

El triunfo de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de 2015 implicó algo más que la legitimación social de la derecha representada por la alianza Cambiemos. Y el triunfo de Javier Milei en noviembre de 2023 produjo un salto aún más grave: el ascenso al poder ejecutivo de la manifestación totalitaria y psicotizante de la extrema derecha. La elección de Milei como reacción al gobierno de Alberto Fernández, pero también como el segundo tiempo interrumpido, y feroz, de Mauricio Macri, fue el retorno del neoliberalismo a la Argentina. El regreso de la democracia liberal de mercado supone, aun contrariando los postulados de la posmodernidad, una síntesis totalizadora que halla su fundamento en la globalización de las economías financiero-especulativas. Su destino, la destrucción de todo sistema de regulación estatal, ya que el axioma nodal del neoliberalismo es el ordenamiento del mercado por el mercado con el consecuente desplazamiento del Estado a una fuerte presencia formal encargada de reprimir las tensiones y conflictos de los cuales es portadora toda historia social. El estado neoliberal, que un porcentaje considerable de nuestra comunidad dotó de centralidad y poder, necesita de una totalización que exprese el ordenamiento de nuestra sociedad; esa totalización es el mercado en su versión orwelliana de ojo avizor, que como un ciborg pesadillezco se regenera a sí mismo, sin necesidad de ninguna otra intervención. Los nuevos espacios liberalfascistas encarnan la síntesis totalizante del neoliberalismo del siglo XXI.

Esta síntesis no es una particularidad de nuestro país, es el gran relato que restaura en la región la filosofía práctica de la globalización asociada a la apropiación financiera. La globalización del mercado financiero no es la reiteración esquemática de la cuarta ola globalizadora que emerge luego de los años de la dictadura cívico-militar y llega hasta nuestros días. Esta mercantilización del cuerpo vital de las sociedades crea nuevos términos para su representación. Un lenguaje que conjuga la técnica con la racionalidad y la eficiencia para dar paso al Estado Modernizador (ése que coptó el topo), que trae consigo códigos mediante los cuales el paraíso ha dejado de ser el encuentro del Dante con Helena para pasar a conformar el modo en que los fugadores seriales viven y renacen en cada offshore constituida y en cada compra de acciones y bonos nacionales. La gravedad reside en ese hecho venal que condiciona la vida anímica y corporal de los pueblos. No hay simulación en los dichos y acciones de la derecha; hay convencimiento y rencor, odio de clase, en cada alusión a las patas animalescas, a los orcos y cucarachas, a los palos en la rueda que el estado populista convalida: el trabajo con derechos, la huelga, la manifestación popular, el derecho a salud y educación, y uno fundamental, el derecho a la resistencia.

Detengámonos en este aspecto que Horacio González trabajó hace unos años en un artículo para La Tecl@ Eñe. La resistencia es un componente esencial de la vida democrática, de su poder y ampliación. Es la dialéctica de la creación del otro resistente. Si la democracia no genera ese otro resistente no es una democracia viva. El concepto de resistencia así entendido, amplía la vida democrática. La derecha vuelve difusos los límites de los tres poderes que caracterizan el modo de organización política de la democracia. Los entremezcla, los interfiere, y es allí donde se vuelve necesaria la condición de resistencia. En la concepción represiva de la derecha, el otro resistente es un desestabilizador. Así se explican las vallas colocadas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, o la democracia tutelada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Decíamos que esta cuarta ola globalizadora no es un espejo esquemático que nos devuelve la imagen reflejada de la temporada de dilapidación noventista del patrimonio nacional. Conserva lineamientos parciales que comparte con momentos de la historia y sus estadios. Esas parcelas son las más visibles y refieren al daño social colectivo que el conjunto de la población no logra internalizar, a pesar de la trágica culminación (creíamos) del ciclo en 2001, con el saldo de 39 muertos como resultado del estado de sitio decretado por una democracia cerrada y agonizante. Anotemos, también, que la historia se repitió como tragedia luego de la farsa que culminó en 2019, y que aún no imaginábamos que la farsa surgida en 2023 podría ser más terrorífica que la tragedia original.

El negacionismo del genocidio económico y social que produjo la dictadura cívico-militar es la cara menos visible de la derecha que se presenta como moderna y libertaria, pero que extiende sus ramificaciones a los beneficios económicos – propios y de quienes los representan. El negacionismo del genocidio no puede ser nunca dialéctico ya que no existe allí la posibilidad de un equilibrio entre Eros y Tánatos, entre la vida y la muerte.

Ese equilibrio, esa posibilidad de pendan dialéctico, es el que está en riesgo. La usina del disciplinamiento social funciona las veinticuatro horas mientras el “crecimiento macro de la economía” ilumina el escenario de una mayor desigualdad con su correlato de aumento de la exclusión y la pobreza. Volviendo a Eros y Tánatos, quizás la salida tenebrosa del capitalismo sea su asesinato, como dijo Yanis Varoufakis, a manos de un puñado de grandes empresarios de alta tecnología.

Un dato final: Plutarco nos alertó, y hoy los justicieros individuales o las demandantes del punitivismo, o los arrodilladores con apego y cartita enmarcada, representan el signo de la descomposición social, que salta a la vista en cada expresión negadora de la violencia que engendra este tiempo siniestro.

Un aura de desencanto habitado por leones que ya no rugen, solo gritan.


*Periodista. Docente en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV)


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Capanna, Aprile y el «idiota» de Milei, no de Dostoievski

 


El autor de esta nota sostiene que la «imbecilidad» y la «idiotez», como cualquier otra identificación, aun las positivas, se reflejan en el rostro. Ahora que están en boga las caras libertarias, en este artículo sobre «idiotas», Desiderato nos acerca a la posibilidad de pensar la relación entre Myshkin o Milei.

Por Adrián Desiderato*

(para La Tecl@ Eñe)

En «La metáfora técnica», otro de los imperdibles abordajes a que nos tiene acostumbrados el profesor de filosofía, ensayista, periodista científico y pionero en la Argentina de los estudios de ciencia ficción, Pablo Capanna nos habla de la «idiotez humana». El artículo integra su libro Invenciones – El otro lado de la tecnología y pinta, en un introito que ya atrapa al lector por la riqueza de su enfoque cargado de ironía, un lejano encuentro, en uno de esos cónclaves que la curiosidad siempre lo llevó a frecuentar, con dos «esoteristas»: uno, químico; el otro, empresario, quienes le hablaron sobre «la evacuación», hecho «inminente» que se vendría a producir por el «colapso ambiental» –nosotros agregaríamos, por los estragos que Milei está causando en el país– y del que «los extraterrestres» vendrían a rescatar a lo que «quedase del género humano», incluidos «los enfermos terminales, pues su avanzada tecnología permitiría curarlos». Sin dejar de mencionar los «ensalmos» de Harry Potter y, más lejanas en el tiempo, las «grotescas máquinas» de la serie televisiva Los Picapiedras en los años sesenta, Capanna pasa a explicar… o a divertirse, en realidad, con la estupidez humana, adscripta no sólo a las «épocas espirituales posmodernas», sino a «todas las épocas», en las cuales, sin que siquiera quedasen a resguardo del dislate mentes insignes, «se recurrió a la metáfora técnica para corporizar nociones abstractas o experiencias inefables». Ese uso forzado de la «metáfora técnica» que con lucidez pone en evidencia Capanna nos lleva a extrapolarla, a los efectos de esta nota, como la «metáfora idiota», si Capanna nos permite violentarle el concepto y extenderlo al clown de moda en Occidente, que no es Zelenski, aunque méritos hizo, sino el citado Milei, un pelele de Trump, la marca de papel higiénico que usa Netanyahu, el pañuelo que le prestaron de apuro un día a Elon Musk para contener los mocos… de la risa. Sí, Javier Gerardo, como parece que se llama o lo llaman, porque también podría ser otra mentira su nombre, y eso con perdón de un amigo de la infancia que se llama Gerardo y otro que en aquella infancia se llamaba Javier, al que uno perdió el rastro. Los nombres no tienen la culpa de lo que les obligan a nombrar. Yendo a esas «experiencias inefables» y al plus de los «esoteristas», tan jugoso, tenemos de sobra para caer en lo acontecido hace unos meses con ese pastor que habrá pagado su tres por ciento para invitar al panelista a su «templo» del milagro en el Chaco, donde, en la caja fuerte, ¡Aleluia!, los pesos que atesoraba con la ayuda de Dios, el evangélico, se le transformaron en dólares. «¡Aleluia, Aleluia, Aleluia!», sonó la triple «A». Si bien el suceso no sería exactamente una «metáfora técnica», siguiendo el razonamiento de Capanna, sí tiene bastante de «metáfora idiota», aunque, de seguir el razonamiento del pastor, sería una «metáfora sobrenatural». Una caja fuerte, digamos, «bendecida», como diría un jugador de fútbol colombiano. La época es de revelaciones, sin duda, algo que refrendaría Ludovica Squirru, ¡una vidente de aquéllas!, quien acaba de afirmar que Milei «es un extraterrestre que viene de una constelación»… ¿la del Perro?… ¿Quirón no era un centauro?… «de una constelación a salvar la Tierra».  Y hablando de extraterrestres, no hace mucho, por caso, en una convención de la Fundación…¿Faro?, ¿Farsa?, ¿Fecal?, ¿Fantoche?, algo con «F», tipo «Feinmann» o «Fétido», reunió a cumbres del pensamiento no pensado… sí, suena a oxímoron, pero es lo que hay, como un periodista deportivo gritaría a voz en cuello: «cayó en ‘el propio’ área»…, y allí, en esa logia, uno de sus «farsantes» o «fantoches», de apellido Bollo, Boggiarano, Boyuno, porque sonaba a «ye» de «lluvia» en Argentina, destacó, ante un selecto auditorio de enfarolados empresarios y fecales tocayos, que «los parásitos mentales hacen creer a la gente que tiene derecho a cosas, como el derecho a una jubilación», y recalcó, entre aplausos, que «no debe dar vergüenza decir que se tiene una empresa para ganar dinero», como «tampoco debe dar vergüenza echar gente cuando conviene echar gente». En lo que sería ya no una «metáfora técnica» ni una «metáfora sobrenatural», sino lisa y llanamente una «metáfora publicitaria», o sea, la «metáfora idiota» por excelencia, se desplegó en la pared frontal a la platea una gran pantalla sobre la que se empezó a proyectar un extenso spot en el que se observaba a un selecto grupo de desarrolladores inmobiliarios que escucha atentamente la disertación de un expositor que, flanqueado por banderas de Estados Unidos e Israel, anuncia que, no bien se terminen de «desbrozar los terrenos» –es decir, de «bombardear toda la Franja», explicitó ante uno que levantó la mano (en el spot, se entiende)–, se habilitarán los pliegos para la construcción y concesión de una red de balnearios y barrios privados frente al Mediterráneo, lo que conformará el paradisíaco «Nordelta de Gaza» o «Miami de Medio Oriente», y chirriantes imágenes de colores se atropellaron en planos, bosquejos, prospectivas arquitectónicas en las que el humo negro de los últimos edificios bombardeados que se derrumbaban se transformaba en palmeras, bohíos de ensueño, un mar terriblemente azul y veleros en la lejanía. Por su apoyo explícito, el de Milei, a la «evaporación»… el spot hablaba de «vaho… a la evaporación de Palestina, un stand proclamaba lo que sería el Milei’s Carajo, exclusivamente reservado para emprendedores argentinos.

Fragmento de la portada del libro ‘Nuevo elogio del imbécil’.

Cambiando de sustantivo, en apariencia, al menos, o sea, pasando de «idiotez» a «imbecilidad», damos con un no lejano reportaje, en el multimedio Perfil, al ensayista italiano Pino Aprile, autor de Elogio del imbécil y Nuevo elogio del imbécil, quien afirmó, sin mencionar a Milei, que «la herramienta del imbécil es la violencia, la fuerza», e insistió que es así «porque el imbécil no tiene argumentos para convencer a sus interlocutores y tiende a suprimirlos, oprimirlos, doblegarlos». En términos psicológicos, «la máscara de potencia del impotente» sería, de asociar uno libremente como el diccionario de la RAE asocia, por ejemplo, en su entrada «fatimí», que «fatimí remite a Fátima, la hija de Mahoma», o, en su entrada «lechuga», que este vegetal es una «hortaliza de hojas verdes y grandes que suele comerse en ensalada» , diferenciándola de otras especies de color verde como el Senecio vulgaris, más conocido por alguno de su retahíla de nombres, como hierba cana, lechocino, cachapete, cineraria, zuzón, hierba del gusano, yuyito incluso, lo que llevaría a llamarla, vulgarmente: Yuyito del gusano. De esa violencia agudamente definida, Aprile extrae una conclusión, la de que, «lamentablemente, tenemos ante nuestros ojos los efectos de un dominio creciente de la estupidez en nuestro planeta», y argumenta: «La estupidez sirve para conservar las jerarquías, que son el instrumento de las comunidades». Lo explaya: «Quien, por demasiada inteligencia o demasiada independencia, rompe el esquema de las jerarquías, es visto como un enemigo». Sin darnos pausa, suma: «La estupidez juega una función estructural en el mantenimiento del orden social», para filosofar: «El inteligente inventa el fósforo y el estúpido enciende el fuego. Entonces, ¿cuál es la función del inteligente?», se pregunta, para responderse: «Inventar, ampliar los límites de la comunidad, de la especie». Uno supone: ¿hablaría de Guevara, el tano?, anticipando un nuevo aniversario de su martirio que se cumpliría el 9 de octubre. Vaya a saber. Por lo pronto, se interrogaba: «¿Cuál es la función de los estúpidos, que son muchísimos, la gran mayoría?». Acá, uno se espanta: ¿hablaría del 56 por ciento del ballottage? Aprile esquiva puntualidades y prefiere el meollo del asunto: «Cuando los mejores van demasiado rápido, los estúpidos deben frenarlos, detenerlos». Enseguida, a uno le saltan a la consideración algunas fechas de procesos revolucionarios: octubre de 1917, octubre de 1949, enero de 1959, y cómo se los intentó frenar, socavar, bloquear, de manera sutil o, como en 1945, enfática, con dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, porque no pudieron tirarlas directamente sobre la URSS. La tercera sí, la tiraron sin más sobre todo el Japón, para destruir su cultura y llenársela de chicles, carteles publicitarios luminosos y películas que se miran masticando pochoclos. Aprile no se anda con vueltas: «Normalmente, el poder está siempre en manos de los estúpidos. ¿Por qué? Por dos razones. Primero, porque lo toman mediante la violencia; la violencia es precisamente el instrumento de los estúpidos. Lo toman mediante la democracia, es decir, una cabeza, un voto; los estúpidos son la gran mayoría y, por lo tanto, antes incluso de que se vote, no sabemos quién será elegido, pero la gran probabilidad es que sea un cretino». ¿De Conan habla? ¿O de Milton, Murray, Robert, Lucas? ¿No será de Jamoncito, el Pomerania? «Ladran, Sancho, señal que cabalgamos», dicen que nunca dijo Don Quijote, pero sí dijo Aprile: «Para estar junto a los demás, no puedes ser demasiado diferente, más inteligente, superior, eso te aísla, la única manera de existir junto a tus semejantes es siendo estúpido». Habla de las dos puntas del ejemplo: la de Guevara en Bolivia, la de la Argentina con Milei. Que no se tocan. Al contrario, uno ya lo hubiera fusilado.

Sin buscar que se nos tache de Lombroso o de admirarlo, ¿vieron la cara de Milei? Hay que tener estómago. Como ver la de Videla inducía a desaparecer de su mirada, por precaución, o la de Menem retrotraía a programas cómicos, sobre todo de chicas con las nalgas al aire. Es lo que no puntualizan, en sus imperdibles definiciones, Aprile ni Capanna, que la imbecilidad y la idiotez, como cualquier otra identificación, aun las positivas, se reflejan en el rostro. Ahora que están en boga las caripelas libertarias y día a día fatigan desde medios, portales, tevé, redes, plataformas, se convirtieron en la prueba lombrosiana flagrante. La del panelista en primer término, porque una cara pintada así, con esas muecas, en una cabeza elefantiásica no es de todos los días, aunque la de Espert llorando con jabón en los ojos rompió todos los ratings. «Melena y el Pelado» se titularía una obra del arte conceptual, hecha de una foto juntos, tipo la vitrina del tiburón en formol que se le ocurrió al inglés Damien Hirst, aunque lo del formol pegaría más con De la Rúa. Y si no una foto fija, un fílmico, con la foto apareciendo lentamente bajo el ácido, como ocurría en el revelado de la fotografía analógica: «anal-ógica», para que Milei entienda. Otra cosa que se les pasó por alto a Aprile y a Capanna es que Milei, si bien no ganó el Nobel de Panelista como María Corina Machado el de la Paz tras vencer a otro gran pacifista, Trump, sí es que fue propuesto por oyentes, en mensajes radiales, para el Guinness de los Mejor Peinados, pues su «revuelto a la Lemoine» hizo furor en la Europa fascista de estos días. Nosotros, desde esta humilde columna, lo propondríamos, empero, para el Guinness de Usuarios de la Palabra «Idiota», a fin de que, si no gana uno, quizá gane el otro, ya que el Libro de los Récords no juzga calidad de pensamiento, sino sólo cantidad, y no de pensamientos, sino de cualquier cosa. Es que uno escucha «idiota» y enseguida lo asocia al petimetre. Vayan ejemplos extraídos de sus propios discursos… ¿discursos?, bueno, peroratas: “¿Ustedes se creen que la gente es tan idiota que no va a poder decidir? Va a llegar un momento que se va a morir de hambre, con lo cual, o sea, digamos, va a decidir de alguna manera para no morirse”. Va otro: «Idiota, el Estado no te cuida un carajo, sólo te roba». Un tercero: «El perfecto dinosaurio idiota (…) el fraude montado en Bolivia y el perfecto idiota (…)  Así son estos idiotas exaltadores (…) este gran dinosaurio idiota (…)». O éste, digno de los gemidos orgásmicos que experimentó cuando Sturzenegger le presentó sus calenturientas regulaciones en un montón de páginas, que lo llevaron a cambiar «idiotez» por «crueldad», volviéndolas sinónimos: «Mi tarea no es parecer bueno, es hacer el bien, aunque me digan cruel». La idiotez de su crueldad o la crueldad de su idiotez, y el orden de los factores no altera el producto, como diría Lombroso cuando explicaba, al desmenuzar la antigua fábula de origen desconocido, que las pinzas del escorpión eran las que hacían, de su cara, precisamente la cara de lo que era, y de lo cara que le iba a resultar a la rana, ésta de la Argentina, no prestar la debida atención a eso, ya que las leyes de la historia no pueden ir contra las leyes de la naturaleza. Su gran equivocación –no la de Lombroso, sino la de Milei– fue no darse cuenta de que, para ser cruel, incluso siendo idiota, primero hay que ser algo.

Ilustración: Pierre Paul Pariseau.

Para finalizar, vuelta al comienzo, que es lo que nos trajo a esta nota, y tiene nombre, incluso rango: el príncipe Lev Nikoláievich Myshkin, protagonista de El idiota, una de las novelas célebres de Dostoievski. Recluido en una casa de reposo en Suiza debido a una enfermedad en plena juventud y educado por un tutor, regresa a San Petersburgo, donde entra en contacto con su clase social y se relaciona con dos mujeres diferentes, una a la que ama y otra a la que cree amar y le promete casamiento, sin comprender que lo mueve sólo la compasión. Todo lo contrario de lo que mueve a Milei, que no es una mujer, sino el odio, sobre todo hacia las mujeres; lo de su hermana, en ese contexto, sería un tema a evaluar, habida cuenta de que, entre sus «hijos perros», no tiene perras, pero esto ya es competencia de psicólogos o de veterinarios. Myshkin no es inmaduro, pero su mentalidad parece la de un niño, pues su ingenuidad le hace creer en la bondad humana y no alberga malas intenciones, por lo cual, quienes no lo conocen en profundidad, confunden su candor con estupidez y lo consideran un «idiota», precisamente lo que Lev Nikoláievich no es, sino que son su inteligencia y buen corazón los que la orgullosa y deslumbrante Aglaya Ivánovna descubre en él y no la oscuridad que le depara su relación con la radiante e inestable Nastasya Filippovna. La novela El idiota termina como puede terminar una historia en el mundo atormentado del autor ruso, trágica y luminosa, no como terminan las vidas de estos otros idiotas, oscuras y esperpénticas. Con la letra «M» se puede escribir «Martínez de Hoz» u «Hoz y Martillo», como también se escriben «Menem» y «Mentiroso» o «Macri» y «Mugre» y se puede optar entre «Madre» o «Mierda», así como en una votación siempre se vota «Patria o Muerte». Lo que, en una nota sobre «idiotas», sería elegir entre Myshkin o Milei.


*El escritor en su torre de marfil.



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Memorias del 17 de octubre: el discurso de Perón en Plaza de Mayo

17 de octubre: día de la Lealtad peronista

Lealtad peronista



¡Trabajadores!

Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino. Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del ejército. Con ello he renunciado voluntariamente, al más insigne honor a que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el Coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo argentino.

Dejo el honroso uniforme que me entregó la patria, para vestir la casaca del civil y mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la patria. Por eso doy mi abrazo final a esa institución que es un puntal de la patria: el ejército. Y doy también el primer abrazo a esta masa, grandiosa, que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es pueblo. Esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la tierra madre, que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la patria. Es el mismo pueblo que en esta plaza pidió frente al Congreso que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo, que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda estremecer este pueblo grandioso en sentimiento y en número.

Esta verdadera fiesta de la democracia, representada por un pueblo que marcha ahora también para pedir a sus funcionarios que cumplan con su deber para llegar al derecho del verdadero pueblo. Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido una enorme satisfacción; pero desde hoy sentiré un verdadero orgullo de argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la patria.

Hace dos años pedí confianza. Muchas veces me dijeron que ese pueblo a quien yo sacrificara mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien lo ayuda. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclarme en esta masa sudorosa, estrecharla profundamente con mi corazón, como lo podría hacer con mi madre. (se refirió luego a la unión general y agregó) Que sea esa unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea esa unidad, sino que también sepa dignamente defenderla. (Los trabajadores le gritan: ¿dónde estuvo?) Preguntan ustedes dónde estuve. Estuve realizando un sacrificio que lo haría mil veces por ustedes. No quiero terminar sin lanzar mi recuerdo cariñoso y fraternal a nuestros hermanos del interior que se mueven y palpitan al unísono con nuestros corazones desde todas las extensiones de la patria.

Y ahora llega la hora, como siempre, para vuestro secretario de trabajo y previsión que fue y que seguirá luchando al lado vuestro por ver coronada esa era que es la ambición de mi vida que todos los trabajadores sean un poquito más felices.

Ante tanta nueva insistencia les pido que no me pregunten ni me recuerden lo que hoy yo ya he olvidado. Porque los hombres que no son capaces de olvidar no merecen ser queridos y respetados por sus semejantes. Y yo aspiro a ser querido por ustedes y no quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo. Dije que había llegado la hora del consejo, y recuerden, trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa patria, en la unidad de todos los argentinos. Iremos diariamente incorporando a esta hermosa masa en movimiento cada uno de los tristes o descontentos, para que, mezclados a nosotros, tengan el mismo aspecto de masa hermosa y patriota que son ustedes.

Pido también a todos los trabajadores amigos que reciban con cariño este mi inmenso agradecimiento por las preocupaciones que todos han tenido por este humilde hombre que hoy les habla. Por eso hace poco les dije que los abrazaba como abrazaba a mi madre, porque ustedes han tenido los mismos dolores y los mismos pensamientos que mi pobre vieja había sentido en estos días. Esperemos que los días que vengan sean de paz y construcción para la nación. Sé que se habían anunciado movimientos obreros, ya ahora, en este momento, no existe ninguna causa para ello. Por eso, les pido como un hermano mayor que retornen tranquilos a su trabajo, y piensen. Hoy les pido que retornen tranquilos a sus casas, y por esta única vez ya que no se los pude decir como secretario de Trabajo y Previsión, les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres que vienen del trabajo, que son la esperanza más cara de la patria.

Y he dejado deliberadamente para lo último el recomendarles que antes de abandonar esta magnífica asamblea lo hagan con mucho cuidado. Recuerden que entre todos hay numerosas mujeres obreras, que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros.

Pido a todos que nos quedemos por lo menos quince minutos más reunidos, porque quiero estar desde este sitio contemplando este espectáculo que me saca de la tristeza que he vivido en estos días.

 

Publicado por Roque Paz en 2:46 p. m. No hay comentarios.:
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